“El séptimo papiro, tuve que hacer un esfuerzo para cogerlo. Lo había escrito hacía casi cuatro mil años un genio adelantado a su tiempo, un hombre que era polvo desde hacía milenios, pero a quien había aprendido a conocer y respetar, al igual que mi esposo. Sus palabras eran eternas y le llegaban desde más allá de la tumba, desde los prados del paraíso, desde la presencia de la gran trinidad, Osiris, Isis y Horus, en la cual creía con toda devoción. Tanto como creía en una Trinidad más reciente.â€
Soy Royan Al Simma y junto a mi esposo estudiábamos los papiros encontrados en la tumba de la reina Lostris , en diez jarros de alabastro, que Taita, el esclavo de la reina, había escrito y colocado allí.
“Narraban una historia fascinante, la de una nación atacada por un enemigo superior en fuerzas, provisto de carros y caballos aún desconocidos por los egipcios de la época. Arrollado por las hordas de hicsos, el pueblo del Nilo se vio forzado a huir. (…) Muchos años después, la reina Lostris había encabezado la marcha de su pueblo hacia el norte, de vuelta al verdadero Egipto. Armados con sus propios carros y caballos, los guerreros egipcios forjados en la selva africana habían irrumpido a través de las cataratas del gran río para dar batalla al invasor hicso, derrotarlo y arrancar de sus garras la doble corona del Alto y el Bajo Egipto.â€
Pero nuestro interés, puramente académico, no es compartido por otras personas, coleccionistas privados que solo pretenden aumentar su colección y no compartirla con el mundo. Personas faltas de escrúpulos y con mucho poder económico para hacerse con estos tesoros y dejar al mundo en la ignorancia.
Por estas circunstancias asesinaron a Duraid, y yo me vi en la necesidad de buscar a alguien con quien compartir mis conocimientos y pedirle ayuda para buscar lo que en estos había descubierto… El elegido Nicholas Quenton-Harper, millonario excéntrico inglés pero con el que gracias a su bisabuelo pudimos desplazarnos a Etiopía sin despertar sospechas, teóricamente, ya que llevábamos la delantera a quien había asesinado a mi esposo y se había llevado toda la información de el séptimo papiro.
Y allí, en el fondo del barranco, rodeado de desfiladeros, vimos desde el avión el río Abbay… dónde teníamos puestas todas nuestras esperanzas…
“Los labios de Royan formaron las palabras al leer los jeroglíficos, pero sin emitir sonido. “El Todopoderoso. El Divino. Monarca de los Reinos Alto y Bajo de Egipto. Compañero del dios Horus. Amado de Isis y Osiris. Mamosis, que viva por siempre.â€
Debajo del magnífico sello real aparecía otro, más pequeño y de diseño más sencillo, con forma de halcón con un ala rota caída sobre el pecho listado y la leyenda: “Yo, Taita el esclavo, ha obedecido tu mandamiento, divino Faraón.†Bajo el halcón mutilado, una columna de jeroglíficos expresaba una advertencia severa. “¡Forastero! Los dioses vigilan. ¡Ay de ti si perturbas el descanso eterno del rey!†“
Y así, jugamos con Taita a través de los años al Bao, recordando el protocolo de los cuatro toros… empezando por el comienzo.
“El gran dios Osiris hace el movimiento inicial con deferencia al protocolo de los cuatro toros. En la primera estación da pleno testimonio de la ley inmutable del tablero.â€
“Mi amor es una jarra de agua fresca en el desierto. Mi amor es una bandera desplegada al viento. Mi amor es el primer clamor del niño recién nacido.â€
“Yacemos en el prado de las mil uniones, del niño con la madre, del hombre con la mujer, del amigo con el amigo, del maestro con el discípulo, del sexo con el sexo.â€
“He sufrido y amado. He resistido al viento y las tormentas. La flecha penetró en mi carne, pero no me hizo daño. He descartado el camino falso que aparece recto ante mí. He tomado la escalera oculta hacia la sede de los dioses.â€
“El buitre alza el vuelo con potentes alas al encuentro del sol. El chacal aúlla y se revuelve sobre su cola. El río fluye hacia la tierra. Violadores de los lugares sagrados, ¡temed la cólera de todos los dioses que se abatirá sobre vosotros!
Estas son las pistas que nos fue dejando Taita en sus papiros, este es el juego que jugamos con él… ¿No quieres jugarlo con nosotros?
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